Sentimentalidad futbolera

Ancheta ha ido a un campo de fútbol. ¡Después de medio siglo! El campo estaba casi lleno. El equipo local ha estado muy flojo. Pese a ello la afición le ha animado. Lo que más le ha llamado la atención a Ancheta ha sido la actitud de la masa. El equipo local ha sido tratado como si fuera un equipo de delicadas señoritas antiguas; las señoritas de ahora son mucho más sufridas. Cualquier empujón propio del juego era considerado como una agresión energuménica. Por el contrario, el equipo visitante debía sufrirlo todo sin quejarse. La masa funciona con el único criterio de la sentimentalidad. Cualquier aproximación a la meta contraria era enaltecido hasta el paroxismo, sin que hubiera excesiva razón para ello. Le ha llamado también la atención la rapidez de respuesta de la masa. En un par de segundos las protestas recorrían el estadio de una punta a otra. Aunque en general todo ha transcurrido con normalidad, Ancheta ha admirado la valentía del árbitro quien, al menos en dos ocasiones, ha sido capaz de enfrentarse a la sentimentalidad del público, lo que le ha costado pitadas estruendosas. Otras veces, por el contrario, ha preferido congraciarse con los espectadores. En consecuencia ha abusado de las tarjetas en un partido que se ha desarrollado sin mayores incidentes. Una cosa no le ha gustado a Ancheta: el sonido hiperbólico de la megafonía.

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