La llamada prensa del corazón, a la que en España somos tan aficionados, es un canto a la monogamia. Nadie abandona a nadie si no tiene un recambio y apenas se conocen casos de relaciones múltiples.
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Consigo hojear dos o tres revistas del corazón antes de sentir nauseas. Me vencen la repetición y la machaconería de ver siempre a los mismos personajes. Pero antes de llegar a este punto la saturación de corrección política me regocija.